La hiperacusia, de la que ya hemos hablado en este blog en alguna ocasión, es un síndrome que convierte los sonidos cotidianos del ambiente en algo doloroso para el individuo.

Dependiendo del grado de hiperacusia (podemos hablar de hiperacusia leve, moderada, severa y grave), una persona puede sentirse mal después de asistir a un concierto o, en los casos más severos, sentir dolor ante un sonido débil pero cercano.

Sin embargo, no podemos concluir que las personas con hiperacusia tengan problemas de audición. Todo lo contrario; poseen una audición perfectamente normal.

La hiperacusia ha sido relacionada con la exposición al sonido, con lesiones en la cabeza, el estrés y algunos medicamentos. Sin embargo, hoy por hoy, no se ha podido demostrar científicamente que alguna de estas causas sea la razón directa de la hiperacusia.

Los médicos creen que la cura no es el silencio ni los tapones. Al contrario, el ruido demasiado bajo puede empeorar el problema.

Terapia sonora

Para mitigar la hiperacusia y poder aumentar la tolerancia a los sonidos, se suele utilizar terapia sonora. Con el tratamiento sonoro de la hiperacusia se pretende aumentar el umbral de tolerancia a los sonidos habituales mediante la aplicación de sonidos de manera gradual de menor intensidad a mayor intensidad hasta alcanzar los 100dB sin la aparición de molestias.

Los sonidos que se aplican pueden ser tonos puros, sonidos de la naturaleza, música clásica, o cualquier otro tipo de música que le guste a la persona tratada. El tiempo de escucha diaria suele ser de una hora y la duración de la terapia de un mes, pudiéndose repetir el tratamiento hasta conseguir la mejoría.

La reeducación o rehabilitación auditiva consiste en la estimulación sensorial que permite un tratamiento personalizado no invasivo ni farmacológico con el que se consiguen resultados en muy corto espacio de tiempo con la tolerancia al sonido. También se utiliza para la mejora de la audición y el tratamiento del equilibrio.