Aunque la música es beneficiosa para el ser humano (no sólo la música amansa a las fieras), escuchar música a un volumen excesivo puede ser perjudicial para la salud auditiva del individuo.  De hecho, exponerse habitualmente a un ruido especialmente elevado y continuado puede tener consecuencias negativas para la audición.

Son muchos los adolescentes y jóvenes que, para aislarse del mundo exterior o simplemente por comodidad (mientras practican deporte o utilizan los medios de transporte), escuchan la música que les gusta gracias a los dispositivos móviles electrónicos, a través de unos pequeños auriculares.

Precisamente, la Organización Mundial de la Salud alertó hace unas semanas del peligro que corren más de 1.000 millones de adolescentes en todo el mundo, de quedarse sordos debido al uso inadecuado de los auriculares.

Los ruidos fuertes y estridentes afectan a nuestra capacidad auditiva. Si bien es cierto que si el ruido es puntual, el oído recupera de manera paulatina esas capacidades, cuando el ruido, además de ser excesivo, es prolongado, las células sensoriales del oído pueden verse afectadas.

Según la OMS, la exposición a más de 100 decibelios durante 15 minutos, es ya una práctica insegura. Escuchar música sin peligro depende de varios factores;  la intensidad o el volumen del sonido y la duración y frecuencia de la escucha. Cuando la exposición es particularmente fuerte, regular o prolongada, puede conducir a un daño permanente de las células sensoriales del oído, provocando la pérdida irreversible de la audición.

Lo adecuado es no pasar de 80 decibelios. Para saber si estamos escuchando a un volumen adecuado, es recomendable quitarse los auriculares y colocarlos a 30 centímetros de distancia. Si la música que sale a través de los auriculares, se puede oír desde el exterior, se está por encima de lo aconsejable.

La mayoría de los reproductores de música, mp3, puestos al máximo, alcanzan los 104 decibelios. Muy cerca del ruido que produce un martillo neumático (110 decibelios).

¿Qué opinas del tema? ¿Debería limitarse el volumen máximo de estos aparatos electrónicos para proteger la salud auditiva de los adolescentes y de los jóvenes?