Los últimos estudios llevados a cabo confirman que las personas que tienen una elevada presión arterial, o hipertensión, padecen una pérdida auditiva en algún grado. ¿Cuál es la relación para que esto ocurra?

El oído es un órgano muy delicado. La parte interna, donde se encuentra la cóclea, es muy sensible al flujo sanguíneo. La sangre que llega al oído interno riega la zona manteniéndola nutrida y haciendo llegar el oxígeno necesario para que funcione de manera correcta.

Se ha comprobado que cualquier cambio o irregularidad en la llegada de la sangre puede afectar a los nervios del oído y, en definitiva, a la audición, de forma permanente. En este sentido, una investigación publicada por la Universidad de Harvard apunta a que el primer órgano afectado cuando ocurre un problema cardíaco, es la audición.

Hipertensión y pérdida auditiva

La hipertensión arterial, como su nombre indica, es una patología que provoca que la presión en las arterias sea más alta de lo normal. A consecuencia de esta presión alta, las paredes de las arterias se endurecen y se hacen más gruesas, lo que dificulta el paso de la sangre a través de ellas.

Cada una de las partes del oído (externo, medio e interno) están regadas por  arterias cuya función resulta fundamental para que pueda cumplir su función que consiste en captar los sonidos que llegan a través de del aire y transformarlos en impulsos eléctricos que son enviados al cerebro para que puedan ser interpretados.

La relación entre la hipertensión y la pérdida auditiva es directa. De hecho, la mayoría de las personas con hipertensión padecen algún grado de pérdida auditiva. El estudio de Harvard al que hacíamos referencia,  indica que “la pérdida de audición es un 54% más frecuente en personas con enfermedad cardiaca que en la población en general”.

Por otra parte, la hipertensión también puede provocar una mayor sensibilidad en las personas que padecen tinnitus, haciendo más evidentes los ruidos que escuchan.

Prevención

Aunque las causas de la hipertensión son muy diversas, sí parece estar claro que, además de los factores genéticos, el tabaco, el alcohol, las comidas con alto contenido en sodio y un estilo de vida sedentario son determinantes para el desarrollo de la enfermedad.

Salvo los factores genéticos, se puede actuar contra el resto de factores, para prevenir el desarrollo de la hipertensión y, como consecuencia, de la pérdida auditiva.

La propia Universidad de Harvard apunta una dieta recomendable para prevenir la hipertensión. Se trata de un plan de alimentación bajo en colesterol, grasas saturadas y sodio. La dieta limita el consumo de dulces (especialmente bollería industrial), carne roja, fritos, embutidos y bebidas azucaradas.

Seguir esta dieta puede reducir el riesgo de hipertensión y las complicaciones derivadas de la misma como la pérdida auditiva.