El término misofonía es relativamente nuevo a pesar de que la Neurociencia lleva estudiando la sensibilidad al sonido desde hace medio siglo. La palabra Misofonía, compuesta por miso (que significa odio) y fonía (que tiene que ver con el sonido), se usó por primera vez en el año 2000 y fueron los científicos Pawel y Margaret Jastreboff los que la utilizaron al describir una alteración psicológica caracterizada por una baja tolerancia a sonidos específicos.

Las personas que padecen misofonía sufren alteraciones de conducta ante determinados sonidos. Suelen ser sonidos repetitivos como los que se derivan del uso de un teclado de ordenador, el cliqueo de un bolígrafo, el golpeteo rítmico de los dedos sobre una superficie…aunque también pueden darse ante la tos o el estornudo de otras personas. En ocasiones, escuchar a alguien masticando chicle o mordiendo una manzana puede desencadenar un rechazo por parte de la persona en cuestión.

Estas alteraciones van desde la irritabilidad hasta el pánico o la angustia, pasando por la reacción más frecuente que es la ira. Todas ellas son reacciones irracionales.

Causas de la Misofonía

La misofonía es, según los datos que se conocen, un desorden neurológico por el cual ciertos estímulos auditivos son interpretados como peligrosos. Algunas personas que padecen misofonía también tienen reacciones repentinas ante determinados estímulos visuales.

Estos estímulos o detonantes pueden provocar un estrés emocional o fisiológico. Sonidos que otras personas ni siquiera notan, pueden hacer que una persona con este desorden se sienta bombardeada por estímulos que incluso pueden motivar una reacción de enfrentamiento como respuesta a lo que consideran una agresión.

A día de hoy no se conocen las causas de la misofonía. Es algo que suele aparecer al final de la infancia, aunque no hay un patrón definido. También hay personas que han desarrollado este desorden en la etapa adulta.

Como respuesta a un sonido determinado, la persona sufre consecuencias físicas; suben los niveles de adrenalina por lo que se agita la respiración y se acelera el ritmo cardíaco. Dependiendo del momento o del ruido, pueden generarse temblores o sudoración.

Convivir con la Misofonía

En muchas ocasiones la persona que padece misofonía tiene problemas para la convivencia. Al no soportar los ruidos que producen las personas que están a su alrededor, encuentran refugio en la soledad. Además, se trata de un trastorno desconocido por lo que no se suelen entender las reacciones de la persona que padecen este desorden.

De momento, se ha desarrollado una herramienta que permite identificar los casos de pacientes con misofonía. La herramienta cuenta con una escala de 11 grados de intensidad para poder identificar, en función de las reacciones que sufren estas personas ante un sonido específico, qué grado de misofonía padecen.

No existe un tratamiento para luchar contra la misofonía. Se está actuando diseñando estrategias para poder vivir con esta alteración. También se sensibiliza a la familia y compañeros de la persona en cuestión para que conozcan en qué consiste la misofonía y a qué pueden corresponder las reacciones repentinas de las personas que la padecen.