En unos días, los Reyes Magos llevarán a las casas de millones de niños y niñas los juegos y juguetes que pidieron hace semanas en sus cartas. Algunos de esos juguetes incorporan sonidos que, si bien pueden ser divertidos, también pueden esconder un peligro para sus oídos. Y es que los juguetes con sonido pueden causar pérdida auditiva en los pequeños. Para proteger su audición es importante prevenir teniendo en cuenta una serie de consejos.

Juguetes y Pérdida Auditiva

Aunque cada vez la industria juguetera tiene más en cuenta las recomendaciones de los profesionales de la audición, que piden limitar el volumen del sonido que incorporan a sus juguetes, todavía algunos juegos infantiles emiten un volumen excesivo para los oídos de los pequeños.

Por encima de 80 decibelios se considera un volumen excesivo ya que puede dañar las células ciliadas del oído y provocar, a medio o largo plazo, una pérdida de audición. Y es que, aunque la pérdida no sea inmediata, los efectos del ruido en el oído son acumulativos y se hacen evidentes con el tiempo. Los niños manipulan el juguete muy cerca de su cabeza por lo que es conveniente que el ruido no alcance los 70 decibelios.

Los adultos deberíamos comprobar, en las instrucciones del juguete, cuál es el volumen del mismo. Si no aparece esa información, podemos utilizar alguna de las aplicaciones que se pueden descargar de manera sencilla y gratuita en los móviles.

Si el volumen es excesivo, es necesario reducirlo. Si el juguete no incorpora un selector de volumen, se puede utilizar celo sobre la salida de volumen (siempre que el niño no pueda quitarlo y manipularlo). Otra opción, si el juguete ya está en casa, es tratar de cambiarlo por otro o evitar que se convierta en el juguete favorito. Y es que, por encima de cualquier otra variable, debe situarse la protección auditiva. Es importante recordar que los juguetes con sonido pueden causar pérdida auditiva.

Ruido y Salud Auditiva

El ruido es uno de los peligros más evidentes para la salud auditiva. Un exceso de decibelios afecta a la audición tanto si se produce en cuestión de segundos (trauma acústico), como si se desarrolla a lo largo de años. El volumen daña las células ciliadas del oído interno, responsables de trasladar las ondas sonoras al cerebro a través del nervio auditivo. Si estas células se dañan, se interrumpe el proceso de la audición y el cerebro no puede interpretar los sonidos. El problema es que las células que se dañan no se regeneran, por lo que la pérdida auditiva se vuelve permanente.

En nuestro día a día estamos expuestos a un buen número de decibelios procedente de actividades industriales, locales de ocio, tráfico o reproductores de sonido entre otros.

El uso excesivo de los reproductores de sonido por parte de los jóvenes está derivando en el desarrollo de pérdida auditiva precoz en muchos de ellos. Esto significa que se está adelantando varios años la pérdida auditiva que se produce con la edad y que se están desarrollando otros problemas auditivos como los acúfenos.

Los padres deben tratar de evitar las conductas de riesgo de sus hijos desde pequeños. Por eso, los juguetes con ruido elevado deben evitarse. Los problemas auditivos en los niños pueden desembocar en problemas de atención y de aprendizaje afectando al rendimiento escolar.

¡Atención al ruido de los juegos y juguetes en estas fechas! Y ¡a disfrutar de los regalos de los Reyes Magos!