La Mascarilla anti-COVID evidencia Pérdidas Auditivas
Conforme vamos cumpliendo años nuestro cuerpo envejece y pierde facultades. A pesar de que hoy en día, al menos en los países desarrollados, la calidad de vida de los ciudadanos es mayor y la esperanza de vida también ha aumentado, es normal que a partir de una determinada edad no tengamos las mismas capacidades que cuando éramos jóvenes. Entre otros, por ejemplo, nuestros ojos suelen desarrollar presbicia (incapacidad para enfocar correctamente los objetos cercanos) y nuestros oídos presbiacusia.
Evitar y Frenar la Pérdida Auditiva
A partir de los 40 años, y de manera gradual, todas las personas desarrollan pérdida auditiva o presbiacusia. La causa es que las células ciliadas que se encuentran en el oído interno y que son las encargadas de convertir los impulsos que recibe el oído del exterior en señales eléctricas que envía al cerebro para que éste las decodifique, comienzan a morir. Y el problema es que las células ciliadas no se regeneran y hoy por hoy, no se ha encontrado la manera de conseguir que se reproduzcan.
Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, el 30% de las personas mayores de 65 años padece pérdida auditiva. Y este porcentaje va aumentando con la edad.
La mejor manera de lograr una buena audición durante más tiempo es protegiendo nuestros oídos de las agresiones externas. Nos referimos a la exposición a ruidos extremos que suelen estar generados por actividades industriales o recreativas, y a la acumulación de muchos decibelios durante un largo período de tiempo. En este sentido, vivir cerca de una carretera por la que transite una gran cantidad de vehículos (con el ruido que esto genera), puede incidir en una pérdida de audición a medio plazo.
Otra manera de evitar la pérdida auditiva o al menos frenarla es utilizando audífonos. Y hacerlo en cuanto se detecte la primera señal de pérdida auditiva.
COVID y Presbiacusia
La pandemia de COVID nos ha obligado a utilizar mascarillas sanitarias para evitar los contagios. Estos dispositivos, que sirven para proteger tanto al usuario como a personas próximas al mismo, se colocan sobre la boca como la nariz.
La utilización de mascarillas ha puesto en evidencia la pérdida auditiva de muchas personas.
La pérdida auditiva es gradual. En un primer momento se suele perder la capacidad de escuchar tonos de altas frecuencias por lo que resulta difícil identificar sonidos agudos como las voces de mujeres. También empiezan a dejar de oírse algunas consonantes como la s, t, k, p, b y la f. Esto complica la comprensión de muchas palabras y el seguimiento de una conversación.
El cerebro va supliendo o “rellenando” la falta de información ayudándose del contexto y apoyándose en la lectura labial. Sin embargo el uso de las mascarillas lo ha hecho imposible.
Lo más recomendable llegado este punto es acudir al audioprotesista para que valore la audición, detecte el grado de pérdida auditiva, y le ponga remedio lo antes posible para evitar que ésta prospere.
Es imprescindible recordar que la audición que se pierde no se vuelve a recuperar.