Millones de personas en nuestro país viven en bloques de edificios, con vecinos en los pisos superiores, inferiores y laterales.  En estos días de confinamiento, en el que nos pasamos todo el día en nuestras viviendas, el respeto entre los vecinos se puede medir en decibelios.

Según un estudio llevado a cabo por Danosa (compañía especialista en soluciones integrales para la construcción sostenible) en el año 2015, más del 80% de las viviendas españolas no cuentan con un aislamiento acústico adecuado.  Esto significa que el ruido que genera la actividad habitual de una persona o una familia en la vivienda, es percibido por los vecinos de los pisos aledaños.  Si bien algunos de estos ruidos son inevitables (lavadora, secadora, lavaplatos…), otros sí se pueden evitar o reducir.

Una de las principales fuentes de ruido en una vivienda es el televisor. Hay personas que están acostumbradas a ver la televisión a un volumen excesivo, incluso por la noche y hasta altas horas de la madrugada. Este es uno de los motivos de quejas vecinales más frecuentes. Otro motivo es la música. Si bien escuchar música puede ayudarnos a pasar el tiempo de una manera agradable, debemos pararnos a pensar que no a todos nos gusta el mismo tipo de música. Por eso, es recomendable bajar el volumen o  utilizar los auriculares.

Los amantes del bricolaje pueden estar desplegando estos días sus habilidades en casa. Pero las herramientas que se utilizan suelen producir demasiados decibelios y un ruido desagradable. Sería aconsejable moderar su uso y respetar los horarios de descanso.

No hay que olvidar que estos días hay muchas personas, vecinos, que tienen que trabajar desde casa y estudiantes que deben estudiar o hacer tareas en casa y para lo que necesitan concentración. También hay personas mayores o  enfermos que tienen que descansar. Todo ello sin olvidar que el ruido genera malestar y puede provocar enfrentamientos. En algunos lugares, la cuarentena ha disparado las denuncias entre vecinos.

Consecuencias del Ruido

El ruido es el sonido que no se desea escuchar. Y, además de resultar molesto, puede provocar problemas físicos y psicológicos.

Las personas que están expuestas al ruido de manera constante sufren alteraciones de sueño. Si descansar bien refuerza nuestro sistema inmunológico, no hacerlo provoca lo contrario. Además, provoca que nos levantemos cansados y de mal humor.

La contaminación acústica, provocada por los ruidos vecinales, puede producir estrés, dolor de cabeza, irritabilidad y fatiga. Además, hay estudios que ponen de manifiesto que el ruido puede afectar al sistema circulatorio y, elevar la presión sanguínea. Es decir, que suba la tensión.

El ruido afecta en especial a los niños. De hecho, según un estudio realizado por la asociación CLAVE, los niños que viven en hogares ruidosos, suelen  presentar un menor desarrollo cognitivo, del lenguaje y una peor comprensión lectora.

Por todo ello, en los días que nos quedan por delante, procura pensar en tus vecinos y reducir el volumen de las actividades que realizas. Está en manos de todos lograr una convivencia más silenciosa y pacífica.