Para los niños, la Navidad es la época más mágica del año. La época en la que sus deseos pueden hacerse realidad. En las próximas semanas Papá Noel y los Reyes Magos llegarán cargados de sorpresas y de los juguetes que los pequeños han pedido en sus cartas.

Muchos de estos juguetes incorporan luces, sonidos y movimiento. Es importante que los padres puedan controlar que los juguetes sean seguros. Y cuando hablamos de seguridad no sólo nos referimos a que no haya piezas pequeñas que puedan ser tragadas. El exceso de volumen supone también un peligro para los niños. En concreto, un peligro para su salud auditiva.

Reaccionar con desagrado ante el sonido de un juguete nos puede dar una pista de que algo no va bien. Si para un adulto el sonido es estridente, para el niño, que al jugar lo tendrá cerca de su cabeza, el impacto del ruido será mayor.

Es importante controlar que el volumen no exceda los 85 decibelios. Si sonido que emite el juguete supera ese límite manteniéndolo a 25 centímetros de los oídos, podemos estar seguros de que se trata de un juguete peligroso.

Según los datos que se manejan, por encima de ese volumen los oídos del niño comienzan a sufrir. Y el peligro se incrementa cuanto mayor es el tiempo de exposición al mismo.

Medir el Sonido

Aunque los juguetes homologados suelen respetar el límite de sonido seguro, podemos asegurarnos de que el ruido que emiten no termine dañando los oídos del niño. Para ello podemos utilizar alguna de las aplicaciones que están disponibles para los dispositivos móviles y que hacen las veces de sonómetro.

El sonómetro es un instrumento que sirve para medir el nivel de ruido que hay en un determinado lugar o que emite un aparato determinado.

Los resultados del sonómetro pueden tranquilizar a los padres o bien alertarles de que el volumen del juguete es demasiado elevado. Si el juguete no permite seleccionar un volumen menor, una solución para reducir el volumen es utilizar una cinta de celofán para bloquear la salida de sonido. Es tan sencillo como pegarla donde se encuentre el altavoz. Si esto tampoco es posible deberíamos barajar seriamente la posibilidad de cambiarlo por otro más seguro.

Efectos ante el Ruido

Los niños que están expuestos a demasiado ruido, ya sea por volumen o porque éste se prolongue en el tiempo, pueden sufrir varias consecuencias como son la pérdida de audición, la falta de concentración, problemas de aprendizaje, estrés, hiperactividad…

La pérdida de audición es una de las consecuencias más nefastas aunque suele pasar desapercibida ya que tarda tiempo en manifestarse. La pérdida auditiva es lenta pero progresiva y no tiene solución. Lo único que podemos hacer para evitarla es prevenir y, en la medida de nuestras posibilidades, evitar la sobreexposición de los niños al ruido y a sonidos elevados.