Aunque la temperatura del cuerpo varía según la persona, la edad, la actividad y la hora del día, se acepta como normal una temperatura corporal de 37 grados centígrados.

En verano, sin embargo, son muchas las provincias de nuestro país, en las que se superan los 40 grados. En este sentido, este año está siendo especialmente tórrido ya que las altas temperaturas han llegado antes incluso que la propia estación estival.

Para lograr un confort térmico, debemos alcanzar un equilibrio térmico (el balance global de pérdidas y ganancias de calor debe ser nulo, conservando de esta forma nuestra temperatura normal) y para ello, solemos recurrir al aire acondicionado.

Cuidado con el aire

El aire acondicionado disminuye la temperatura ambiente y nos ayuda a combatir el calor. Eso sí, en muchas ocasiones, bajamos la temperatura más de lo que el cuerpo necesita. De hecho, pasar frío en los restaurantes, cines o centros comerciales suele ser habitual y, además, nada aconsejable.

El problema del aire acondicionado tiene que ver con la humedad del ambiente. El aire que expulsan los aparatos es seco y reseca a su vez,  tanto las fosas nasales como la mucosa que recubre el oído medio, dificultando su normal funcionamiento.

Las bacterias pueden aprovecharse de esta debilidad para penetrar por las fosas nasales e instalarse en el oído medio (conectado con las mismas a través de la trompa de Eustaquio). Se puede desarrollar así otitis en el oído medio, que suele ser más habitual en los meses de invierno.

Protege tus oídos de la otitis media

Para proteger los oídos sin pasar calor, es aconsejable no poner el aire acondicionado a menos de 22ºC. Además, con el fin de evitar que los ambientes se resequen, se pueden disponer de humificadores o recipientes con agua.

Los expertos recomiendan no dormir con el aire acondicionado encendido ya que, de por sí, la temperatura corporal desciende cuando estamos dormidos, por lo que deja al organismo en una situación de vulnerabilidad.

Hay que tener especial precaución con los bebés ya que éstos no regulan la temperatura del cuerpo en los primeros meses de vida y puede afectarles un exceso de frío y de sequedad ambiental.

La otitis media suele provocar dolor en el oído; un dolor pulsátil que no produce pérdida auditiva pero sí una sensación de oído tapado que puede prolongarse incluso una vez que la infección ha desaparecido.

Ante cualquier dolor en los oídos (los bebés suelen mostrarse molestos, llorosos y se tocan las orejas), lo mejor es acudir al médico para que sea éste el que valore la situación y adopte las medidas adecuadas para atajar la infección.