El otoño y las bajas temperaturas suelen marcar el inicio de catarros y constipados. Los rinovirus son los causantes del resfriado común y pueden afectar a los adultos una media de tres veces al año. Incide en las vías respiratorias altas por lo que, en muchas ocasiones, el oído termina viéndose afectado.

El exceso de mucosidad que se produce durante el constipado puede llegar  al oído medio donde, al no encontrar salida, se infecta. Es entonces cuando se produce lo que conocemos como otitis. El lugar en el que se produce la inflamación da nombre a la otitis media.

La otitis media aguda provoca dolor en el oído. En ocasiones el dolor aparece acompañado de otorrea (salida de líquido del oído) que puede provocar fiebre y pérdida de audición temporal. A veces las personas que padecen otitis media han sufrido episodios de tinnitus que suelen terminar cuando desaparece la inflamación. Este tipo de otitis se trata con antibióticos.

Cuando la otitis media persiste, puede derivar en una otitis media crónica. Es más grave que la primera y puede provocar perforación en el tímpano que, en los casos más severos, debe solucionarse con cirugía.

Para evitar la otitis media es necesario protegerse cuando llega el otoño. Este año, debido a la pandemia de COVID, más que nunca.

Protección para los Oídos

Dos de cada tres otitis son consecuencia de la llegada del frío durante el otoño y el invierno. Los cambios de temperatura favorecen los resfriados por lo que es importante evitarlos en la medida de lo posible.

En este sentido, es adecuado evitar que la temperatura de los lugares cerrados supere los 21 grados. Mantener una ventilación periódica de las habitaciones contribuye a que el aire se renueve y se limpie ante posibles concentraciones de virus y gérmenes (especialmente cuando se reúnen varias personas durante algunas horas en lugares pequeños).

Otra manera de proteger el sistema respiratorio, evitando que el aire frío acceda directamente a los pulmones, consiste en utilizar pañuelos o bufandas que cubran la boca y las fosas nasales. Estas prendas, junto con los gorros, contribuyen a que los oídos mantengan su temperatura habitual al protegerlos del aire frío.

En otoño hay que prestar una especial atención al secado de los oídos. Hay que evitar introducir bastoncillos de algodón o cualquier otro objeto dentro de los conductos auditivos, pero sí es importante secar los oídos con una toalla después de la ducha. También podemos aprovechar el aire caliente del secador para secar los oídos. Es importante evitar que el agua pueda permanecer en el interior del oído favoreciendo la proliferación de bacterias.

Si, a pesar de observar todas estas medidas, nos constipamos, habría que tratar de mantener limpias las fosas nasales para evitar que la mucosidad pudiera trasladarse a los oídos. Los lavados nasales con agua y un sal son muy efectivos para lograr mantener la nariz limpia.