La otosclerosis es un término que viene de dos palabras antiguas; “oto”, que significa “de la oreja” y “esclerosis”, que significa “el endurecimiento anormal de tejido corporal”. La otosclerosis consiste en un crecimiento anormal del hueso del oído.

Se trata de una enfermedad que afecta a los tres huesecillos que se encuentran en el oído (martillo, yunque y estribo) y principalmente al estribo.

Estos huesos se encargan de amplificar las vibraciones del sonido y enviarlas a la cóclea. La otosclerosis provoca que una parte del hueso crezca de forma anormal, impidiendo que el estribo pueda vibrar con normalidad en respuesta a las ondas sonoras. La vibración resulta imprescindible para que las personas puedan oír.

Causas de la Otosclerosis

Se cree que esta enfermedad podría estar relacionada con una infección anterior por sarampión (con especial incidencia si se sufrió durante el embarazo), con fracturas por estrés en el tejido de los huesos que rodea el oído interno, o con trastornos del sistema inmunitario. La otosclerosis puede tener un componente hereditario.

Aunque la pueden padecer tanto hombres como mujeres, afecta más a las segundas.

La pérdida de audición es la principal consecuencia de la otosclerosis. Una pérdida de audición gradual se produce primero en un oído y después en el otro. La pérdida auditiva puede ir acompañada por tinnitus y, en ocasiones, por episodios de vértigos y mareos.

Tratamiento

Al principio de la enfermedad, los audífonos pueden ser una buena solución. Los audífonos son útiles para las personas que padecen una pérdida de audición conductiva, como es el caso de la otosclerosis. Sin embargo, al tratarse de una sordera progresiva, el usuario necesitará utilizar audífonos más potentes a medida que pasa el tiempo.

Lo recomendable, en la mayoría de los casos, es someterse a una operación quirúrgica en la que se inserta una prótesis en el oído medio que pasa alrededor del hueso anormal y permite que las ondas sonoras puedan viajar hasta el oído interno, restaurando así la audición.

Un personaje muy célebre afectado por otosclerosis fue Ludwig Van Beethoven. A partir de los 30 años comenzó a tener problemas de audición que se fueron agravando hasta tener una pérdida auditiva profunda en sus últimos años de vida.

Lamentablemente en su época aún no se trataba la otosclerosis con cirugía.