Acaban de terminar las Fallas de Valencia. Se trata de la fiesta grande de la ciudad en la que miles de personas salen a la calle durante unos días para disfrutar de tradición, arte, música y espectáculos pirotécnicos.

La pasión que sienten los valencianos por la pólvora se hace patente en todas las fiestas. Es uno de los elementos imprescindibles en sus celebraciones. Las Fallas son un buen ejemplo. Durante estos días son cientos los kilos de pólvora que se utilizan en las diferentes mascletás que se organizan a lo largo y ancho de toda la ciudad. La ciudad huele a pólvora desde la mañana y hasta bien entrada la noche.

La despertà, la mascletà, la Nit del Foc o la Cremà están aderezadas convenientemente por el ruido de petardos y cohetes. Son varias las Pirotecnias que crean sus espectáculos y que cada año tratan de ofrecer la mejor combinación de explosiones; carcasas, tracas, fuegos aéreos, volcanes…

También el público que asiste durante estos días a las Fallas, se suma a la fiesta del ruido explosionando sus propios petardos. Este año, por primera vez, el Ayuntamiento de la ciudad ha limitado el horario nocturno para utilizar petardos. Medida que, por cierto, no ha gustado al sector pirotécnico de la ciudad.

Ruido Impulsivo

Las Pirotecnias que crean los espectáculos de ruido que se ofrecen durante las Fallas tienen el objetivo de producir combinaciones de ruidos originales y que despierten la admiración del público que allí se congrega. Pero, al margen del espectáculo, lo que en definitiva generan es ruido, y en niveles muy elevados. El sonido puede alcanzar los 140 decibelios.

A partir de los 85 dB el sonido puede dañar el oído. Además, el ruido provocado por la pólvora es de tipo impulsivo. Esto significa que la explosión que se genera es de corta duración pero de gran intensidad. El oído no puede protegerse por sí mismo de este ruido que puede llegar casi inalterado al oído interno, afectando de manera directa a las células ciliadas. La exposición a este tipo de ruido puede provocar la pérdida repentina de audición. Es lo que se conoce como trauma acústico.

Tapones para los Oídos

Para evitar la repercusión que este tipo de ruido puede suponer para la salud auditiva, es conveniente mantenerse alejado de la fuente de ruido. Exponerse a un ruido impulsivo de manera continuada puede afectar a las células ciliadas hasta el punto de perder audición. Una vez que las células ciliadas se han dañado y se ha perdido audición, es imposible recuperarla.

Utilizar protecciones auditivas como tapones para los oídos pueden ser una buena opción. Gracias a los tapones, el nivel de ruido que le llegue al oído interno será mucho menor. Taparse los oídos con las manos, abrir la boca durante los espectáculos falleros o masticar chicle (tal y como recomiendan algunas páginas web) puede minimizar el daño que se causa a los oídos, pero no lo elimina.

Especialmente peligrosos son estos espectáculos para los niños a los que el ruido afecta más que a los adultos.

El dolor en los oídos, taponamiento, sensación de ruido (como un pitido) pueden ser señales de daño auditivo. En estos casos hay que acudir al especialista lo antes posible para que sea él quien valore la situación.