La contaminación acústica es el segundo mayor problema medioambiental de Europa según la Organización Mundial de la Salud. Afecta de manera directa a la salud de la población provocando problemas de estrés, sueño,  afecciones cardiovasculares y respiratorias.

La Agencia Europea el Medioambiente (AEMA) afirma que la exposición a altos niveles de ruido genera más de 16.000 muertes prematuras al año en toda Europa. En España, según datos de la propia AEMA, el ruido afecta a 12 millones de personas durante el ruido y 9,5 millones durante la noche.

El tráfico supone el 80% de la contaminación acústica en nuestros días, especialmente en las grandes ciudades. Madrid está considerada una de las ciudades más ruidosas junto con Bombai, Calcuta, El Cairo, Tokio y Nueva York.

Aunque en menor medida, el ruido generado por actividades de ocio, como las discotecas, bares o terrazas, también contribuye a incrementar los niveles de contaminación acústica.  De hecho son cada vez más las denuncias de los vecinos contra lugares de ocio por este motivo.

Por encima de los 75 decibelios, especialmente si la exposición al ruido es continuada, los oídos se ven afectados. La exposición a ruidos fuertes provoca cansancio en las células sensoriales auditivas lo que puede dar lugar a una pérdida de audición o a la aparición de acúfenos.

Pero además de los problemas para la audición, la contaminación acústica genera problemas de estrés, nerviosismo e irritabilidad. La falta de sueño provoca, a la postre, enfermedades cardiovasculares y digestivas.

Audímetros contra la Contaminación Acústica

Para luchar contra los ruidos del tráfico en las ciudades, algunos países están probando un dispositivo de control de decibelios. Francia y Suiza han comenzado a probar radares acústicos en algunas de las calles con más problemas de ruido de varias ciudades.

La Directiva Europea exige a los estados miembro, que dispongan de mapas de ruido. La instalación de este tipo de radares de sonido hará posible la elaboración de los mismos, además de concienciar a la población para evitar vehículos excesivamente ruidosos.

Otra iniciativa, implantada por el Ayuntamiento de Bilbao el pasado verano, tenía como objetivo controlar el ruido de las terrazas en las calles. Para ello, cada vez que se superaba el límite de decibelios permitido, 83 dB, se activaba una señal lumínica con la recomendación “baja el tono”.

Proteger la salud de los ciudadanos es una obligación de las administraciones. Concienciar a la sociedad sobre las molestias y problemas físicos que provoca el ruido a través de la educación es el primer paso. El siguiente paso, que ya se está implementando, será  la vía punitiva, estableciendo multas por exceso de decibelios y por contaminación acústica.