Le ha costado llegar este año pero ¡ya está aquí el otoño y con él las bajas temperaturas! Después de un verano largo y seco, parece que por fin el viento frío y la lluvia han llegado a todo el país. Los cambios de temperatura, en especial cuando éstas cambian a la baja, son el mejor caldo de cultivo para la llegada de los constipados.

El constipado es una enfermedad infecciosa viral de las vías altas respiratorias. Suele venir acompañado por mucosidad, dolor de garganta y dolor de oídos. En muchas ocasiones este cuadro sintomático provoca fiebre.

Oídos y Constipado

El constipado, como decimos, afecta a las vías respiratorias. El problema es que, tanto la nariz como la garganta, están interconectadas con los oídos. Eso significa que cuando la nariz se congestiona, los mocos pueden llegar a los oídos y evitar la normal ventilación de los mismos. Con los oídos tapados, las trompas de Eustaquio se obstruyen. La inflamación de la mucosa del oído medio es lo que se conoce como otitis media.

Este tipo de otitis puede provocar un leve dolor de oídos y especialmente la sensación del oído taponado. Se puede intentar abrir ese taponamiento tapando la nariz mientras se intenta expulsar aire por la misma. Tragar o bostezar también puede funcionar. También es aconsejable utilizar agua de mar para limpiar la nariz y así descongestionar la zona.

Si la mucosidad se infecta provoca infección en los oídos lo que significa dolor, supuración y fiebre. En este caso, la otitis pasa a ser otitis media aguda.

Hoy en día, este tipo de otitis se suele tratar con analgésicos. No obstante, si la situación persiste, el médico puede recetar antibióticos.

Infección de Garganta

Las infecciones virales también pueden provocar inflamación y dolor de garganta. Este tipo de infecciones suelen estar relacionadas con los resfriados. La inflamación de la garganta puede provocar también inflamación de los oídos debido a su proximidad.

La inflamación de la zona suele provocar dolor de oídos especialmente al tragar alimentos o la propia saliva.

Los resfriados se contagian a través del aire y del contacto cercano con la persona infectada. Para evitar los contagios, es importante lavarse las manos con frecuencia y secarse con toallas o pañuelos de papel. De esta manera se puede evitar la propagación de los microbios. También es recomendable estornudar en pañuelos de papel y, si es posible, evitar el contacto con otras personas durante al menos un par de días.