Cada 17 de mayo se celebra el día de la hipertensión arterial. Se trata de una enfermedad que se presenta cuando se eleva, de manera persistente, la tensión de los vasos sanguíneos por encima de los valores normales. La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al ser bombeada por el corazón. Es la enfermedad crónica más importante para el desarrollo de enfermedades vasculares en los riñones, el cerebro y el corazón.

Normalmente la hipertensión no ocasiona dolor ni problemas aparentes por lo que muchas personas conviven con este problema de salud sin saberlo. No obstante, esta enfermedad sí puede provocar dolores de cabeza, dificultad respiratoria, vértigos…y pérdida auditiva.

Pérdida de Audición

Existe una relación directa entre la hipertensión y la pérdida auditiva. Tanto es así que la mayoría de las personas con hipertensión padecen algún grado de pérdida auditiva. Según un estudio publicado por la Universidad de Harvard, la audición es lo primero que se resiente cuando ocurre un problema cardiaco.

El oído es un órgano muy delicado. La parte interna, donde se encuentra la cóclea, es muy sensible al flujo sanguíneo. La sangre que llega al oído interno riega la zona manteniéndola nutrida y haciendo llegar el oxígeno necesario para que funcione de manera correcta. Cualquier cambio en el flujo sanguíneo afecta a la audición.

Aparición de Acúfenos

La hipertensión también puede ser un factor que contribuya a la aparición de acúfenos y, sobre todo, a su empeoramiento. Como consecuencia de una presión arterial alta, los ruidos que oyen las personas que padecen esta dolencia, se vuelven más insistentes y elevados.

En los casos de acúfenos persistentes, se recomienda evitar el consumo de sal, alcohol, cafeína y cualquier otra sustancia que pueda contribuir a elevar la presión arterial.

Prevención

Para evitar los problemas de audición que se pueden producir como consecuencia de la hipertensión arterial, es fundamental prevenir.

Una de las causas de la hipertensión es la genética. Aunque esto no se puede prevenir, las personas con antecedentes familiares de hipertensión, deben extremar el cuidado de su estilo de vida, manteniendo una dieta específica que, entre otras cosas, sea baja en sodio. Además es importante evitar el consumo de alcohol y tabaco.

Se ha demostrado que la práctica de ejercicio físico es muy positiva para mantener a raya la tensión alta.