Este año, para evitar nuevos contagios por COVID, la fiesta de San Juan, que se celebra la noche del 23 de junio, la noche más corta del año, ha sido distinta a la de otros años.

Muchas playas, lugares donde se congregan grupos de personas para disfrutar del calor, la noche, las hogueras y los baños nocturnos en el mar, han estado cerradas. Otras han permitido el acceso a grupos pequeños de personas. En estos y otros lugares, con o sin playa cerca, lo que no han faltado han sido los petardos.

En el levante español es tradicional acompasar las celebraciones populares con el estruendo de los petardos y los espectáculos de fuegos artificiales. Este gusto por la pólvora parece haberse extendido en los últimos años por todo el país, para alegría de unos y malestar de otros.

Protección Auditiva

Los petardos son unos artefactos fabricados con pólvora, una mezcla de diferentes sustancias químicas que estallan en contacto con el fuego. El estallido provoca un ruido breve pero intenso. Este tipo de ruido se conoce como ruido impulsivo y es muy peligroso para los oídos.

Los oídos tienen un mecanismo por el cuál protegen a las células ciliadas (fundamentales para que se lleve a cabo con éxito el proceso de la audición) ante los ruidos fuertes y estridentes de manera automática. El cuerpo necesita de unas centésimas de segundo para preparar esta protección auditiva. Sin embargo el ruido impulsivo es más rápido. Tanto que los oídos no tienen tiempo de protegerse.

El ruido que emiten los petardos puede elevarse hasta los 160 decibelios. El ruido breve, intenso y elevado puede provocar un trauma acústico.

Trauma Acústico por Ruido

Una de las consecuencias inmediatas de los traumas acústicos es la pérdida repentina de audición. Cuando alguna de las partes del oído que intervienen en la audición resulta dañada como consecuencia de las ondas provocadas por la detonación, la pérdida auditiva puede volverse permanente.

En otras ocasiones, la audición se recupera después de unas horas. No obstante, aunque el daño no sea evidente después de la exposición al ruido, con el tiempo, el oído verá afectada su capacidad auditiva. Y es que la lesión se puede ir agravando con el paso de los años.

Otra de las consecuencias del ruido impulsivo son los acúfenos. Aunque no se conoce el mecanismo por el que se desencadenan, sí parece que un exceso de decibelios puede causarlos.

Así que, si en los próximos días te apetece seguir celebrando la festividad de San Juan en estos primeros días del verano, recuerda proteger tus oídos evitando el uso de petardos. Mantenerse alejado del lugar de explosión de los petardos, utilizar tapones para los oídos o, cuando esto no sea posible, taparse los oídos con las manos, pueden ser medidas que ayuden a mantener la salud auditiva.