Son muchas las personas que apuestan por una vida más saludable realizando algún tipo de ejercicio diario. Correr, montar en bici, ir al gimnasio o, simplemente caminar, ayudan a nuestro cuerpo a estar en forma.

Sin embargo, algunos individuos sufren dolor de oídos después de realizar alguno de estos entrenamientos. Puede tratarse de un zumbido, un timbre, una pulsación… Las sensaciones, pueden ser diferentes, según la persona. Se trata de una suerte de tinnitus.

Generalmente es algo inofensivo a lo que no habría que darle mayor importancia. La mayoría de las veces, el zumbido en los oídos puede deberse a un aumento en el flujo sanguíneo, provocado por el propio desarrollo de la actividad física.

Al hacer ejercicio, el corazón bombea más sangre para ayudar a los músculos. La sangre fluye por todo el cuerpo llegando a zonas como los oídos. El exceso de sangre se apunta como una de las causas del dolor de oídos.

En este sentido, algunas personas aseguran que, cuando el entrenamiento es más duro, la sensación en el oído es más intensa.

Otras causas

Los zumbidos en los oídos también pueden deberse a infecciones en el oído o un resfriado. De nuevo, el incremento de flujo sanguíneo puede hacer que los oídos incrementen su sensibilidad.

En ocasiones, el problema está motivado por el sonido de los auriculares. Es una práctica habitual escuchar música a través de los auriculares mientras se realiza el ejercicio físico. Si, con la intención de aislarse del exterior o para lograr una mayor motivación, subimos el volumen demasiado, los oídos pueden resentirse.

Sería algo similar a lo que sentimos cuando vamos a una discoteca o permanecemos un tiempo cerca de una fuente de sonido como un altavoz. Al trasladarnos a un lugar más silencioso, seguimos sintiendo una serie de sonidos que, sin motivo aparente, perciben nuestros oídos.

Para evitar complicaciones, es conveniente tener precaución con el volumen del reproductor y no elevarlo a niveles perjudiciales para los oídos.

También es recomendable terminar los ejercicios de manera gradual para dejar que el cuerpo recupere los niveles normales de oxígeno y de flujo sanguíneo.

Si, a pesar de estos consejos, sigue teniendo dolor en los oídos, es fundamental acudir al médico para que sea éste quien, tras algunas pruebas, pueda determinar el origen del mismo.