Es una obviedad decir que el tabaco es malo para la salud. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 8 millones de personas fallecen cada año debido al tabaco. Muchas de las sustancias que componen los cigarros son cancerígenas. Otras afectan al cuerpo provocando el desarrollo de enfermedades de distinta gravedad.

No sólo las personas que fuman sufren las consecuencias del tabaco. Se ha demostrado que el humo también perjudica la salud. Por eso, las personas que, aún sin fumar, respiran el humo de los cigarrillos, también pueden desarrollar enfermedades y morir.

Tabaco y Audición

El tabaco afecta fundamentalmente al sistema circulatorio. Limita el oxígeno que les llega a las células, deteriora los vasos sanguíneos y causa una agregación plaquetaria que favorece las trombosis. La nicotina y el monóxido de carbono son los componentes del humo más dañinos para el aparato circulatorio.  Favorecen el endurecimiento de las arterias lo que suele provocar arterioesclerosis.

La disminución del flujo sanguíneo que provoca el tabaco afecta a los oídos. Al recibir menos sangre, los oídos no pueden realizar correctamente su función. El problema es que las células ciliadas del oído interno son las encargadas de convertir las vibraciones sonoras que le llegan del exterior, en impulsos eléctricos que envía al cerebro. Se trata de células muy delicadas que dependen de la buena circulación sanguínea para su óptimo funcionamiento.

La falta de oxígeno en la sangre que, como hemos visto, se deriva del tabaco, afecta a la salud de las células ciliadas que pueden dañarse o incluso, morir.

Las células ciliadas, una vez desaparecen, no se recuperan. De esta forma, el daño se vuelve irreversible y se manifiesta en la pérdida auditiva.

Frenar el Deterioro del Oído

Un estudio publicado hace unos años en la publicación científica, Journal of the American Medical Association, ponía de manifiesto que los fumadores tienen un 70% más de probabilidades de desarrollar pérdida auditiva que los no fumadores. Este porcentaje está directamente relacionado con la cantidad de cigarrillos que se fumen y el número de años en los que se prolongue el tabaquismo.

Y no sólo la pérdida auditiva se relaciona con el consumo de tabaco. La nicotina también se apunta como un factor que puede favorecer y empeorar el tinnitus.

Lo positivo es que, según otro estudio llevado a cabo recientemente, dejar de fumar disminuye las probabilidades de sufrir daños auditivos. De hecho, en función del tiempo que se lleve sin fumar, las probabilidades se reducen.

Por tanto, parece evidente que dejar de fumar y evitar el humo del tabaco, es la mejor manera de frenar el más que posible deterioro de la audición.