Acostumbrarse a llevar audífonos no es complicado pero lleva un tiempo. Una vez pasado el período de adaptación, los usuarios ni se acuerdan de que llevan puestos los audífonos. Sin duda, esto es algo positivo, aunque en verano, cuando salimos de vacaciones y cambiamos de hábitos, puede darnos algún que otro susto.

Los principales enemigos de los audífonos son el agua y el calor. No hay que olvidar que estos aparatos son dispositivos electrónicos elaborados a base de piezas muy pequeñas que encajan milimétricamente entre sí. Si alguna de estas piezas se deforma (debido a las altas temperaturas) o si la parte electrónica se moja puede provocar fallos en el funcionamiento.

Para evitarlo es muy importante evitar que los audífonos entren en contacto con el agua. Cuando llueve, un paraguas o un gorro pueden ser suficientes para conseguirlo. Sin embargo, en playas y piscinas hay que prestar una especial atención.

Prescindir de la audición hace que perdamos el contacto con el mundo que nos rodea y la conversación con las personas que nos acompañan. Por eso es normal esperar al último momento, antes de meterse en el agua, para quitarse los audífonos. Y ese puede ser el problema, especialmente en niños y jóvenes.

Primeros Auxilios para los Audífonos

Una vez que el audífono se ha mojado es importante salir de la piscina o del mar y apagar el audífono. A continuación, hay que abrir el compartimento de la pila para sacarla. Si es agua de mar, es conveniente lavarlo con agua dulce para eliminar la sal.

Con el compartimento abierto hay que sacudir ligeramente el audífono para que salga el agua que haya quedado en el interior. El agua del exterior del audífono y la pila se pueden secar con un trapo.

Después de estos “primeros auxilios”, al llegar a casa es importante utilizar el deshumidificador, que sirve para limpiar de manera habitual los audífonos además de eliminar las bacterias, virus y hongos. Si no disponemos de este aparato, podemos utilizar las pastillas deshumidificadoras en un bote de cristal.

Hay que dejar dentro el audífono y la pila durante al menos 24 horas. Después de ese tiempo podremos probarlo y comprobar si funciona igual que antes del accidente.

Averías en Verano

A pesar de llevar a cabo estos consejos, no siempre se consigue que el audífono vuelva a funcionar. Si esto sucede, hay que acudir al audioprotesista para que valore la situación. En ocasiones, es necesario enviar el audífono al servicio de reparación.

Se estima que el verano aumentan las averías de audífonos un 30% con respecto al resto del año. Y es que el peligro no sólo procede del agua. En verano el calor provoca una mayor sudoración, especialmente si realizamos algún tipo de actividad deportiva o de ocio. Este exceso de humedad afecta a los audífonos.

La arena de la playa, la crema del sol o la colonia también pueden generar problemas en los dispositivos. ¡Ah! Y nada de dejarlos dentro del coche cuando hace calor. Si el termómetro sube, el interior del vehículo se convierte en un “horno”, facilitando que se deformen las partes más delicadas del audífono.

En verano, disfruta de tu audición y extrema la precaución para mantener la “salud” de tus audífonos en perfectas condiciones.