Está demostrado que la exposición a un nivel de ruido excesivo puede provocar problemas serios en la salud auditiva de los individuos.

La realidad es que  por encima de 85 decibelios exponemos a nuestros oídos a demasiado volumen. Pero el problema no es únicamente el volumen, sino el tiempo en el que se está expuesto al mismo. La Organización Mundial de la Salud cree que un alto porcentaje de europeos está sobreexpuesto al ruido y que más del 30% están expuestos a un nivel alto de ruido por la noche.

Los problemas pueden derivarse de sonidos altos, estridentes o repentinos (la explosión de un petardo demasiado cerca, un megáfono, un disparo…) o de sonidos que, sin ser tan fuertes, son continuados por lo que estamos expuestos a ellos durante meses o años.

La capacidad de oír y entender un sonido es una compleja interacción entre las ondas del sonido y la cóclea, la membrana del oído, y pequeñas células de la cabeza que se encuentran dentro del oído interno. Se llaman células ciliadas del oído interno y son altamente sensibles. Facilitan las sensaciones de audición y equilibrio.

Estas células, con sus movimientos, envían mensajes al cerebro, que los interpreta. Existen unas 23.000 células ciliadas. Las células ciliadas internas transforman la energía proveniente de las vibraciones del líquido del oído interno en energía eléctrica. Esta energía es transportada al cerebro por el nervio de audición.
Los sonidos que llegan al oído hacen que vibre la membrana basilar, en la cual están situadas las células ciliadas. Las distintas frecuencias de la señal sonora hacen que vibren distintas zonas de la membrana basilar.

En definitiva, las células ciliadas internas transforman un «sonido físico» en un «sonido eléctrico», que posibilita que el cerebro pueda percibirlo.

 

La muerte de las células ciliadas

El trauma acústico induce pérdida de células ciliadas. Lo normal es que la pérdida sea paulatina produciendo complicaciones a lo largo de los años, pero someter a los oídos a ruidos fuertes y continuos, acelera este proceso de degeneración.

El problema es que estas células no se reproducen. Una vez que mueren, lo hacen para siempre. La muerte de estas células es lo que produce la pérdida de la audición. Sin ellas, la audición está dañada para siempre.

Para cuidar al máximo estas células y favorecer que sigan haciendo su trabajo durante muchos años, es imprescindible no utilizar los auriculares a un volumen elevado y tener a mano unos tapones para proteger los oídos en ocasiones puntuales en las que vamos a estar expuestos a mucho ruido (un concierto, una concentración de tambores, un espectáculo pirotécnico…).

En cuanto a los auriculares, la recomendación es que no nos expongamos más de 5 minutos al máximo volumen y no más de unas pocas horas al 70% de la capacidad del aparato. Como norma a seguir, si una persona que está junto a la que lleva los auriculares, puede oír la música, el volumen es elevado.

Las revisiones auditivas periódicas son fundamentales para comprobar los niveles de audición de cada persona y observar la correcta evolución de los mismos. En cada uno de los centros de salud auditiva de Audiocentro podemos revisar su audición de manera rápida, fiable e indolora.