En más de una ocasión hemos hablado en nuestro blog de salud auditiva sobre los efectos perjudiciales del ruido en los seres humanos. De hecho, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, asegura que el 75% de los habitantes de ciudades industrializadas padecen algún grado de sordera o pérdida auditiva causada por la exposición a sonidos de alta intensidad.
El ruido afecta a nuestra capacidad de atención, nos genera estrés, nerviosismo o irritabilidad.
A pesar de todo ello, muchas veces no somos conscientes de que el ruido también afecta a un colectivo mucho más vulnerable; los niños. Los pequeños son más sensibles que los adultos y por eso les afecta más el ruido.
Los menores, especialmente los que residen en grandes núcleos de población, suelen estar expuestos a distintos ruidos durante gran parte del día (y a veces también de la noche).
A pesar de que ya está demostrado que esta exposición afecta a la salud, aún la sociedad no está sensibilizada en la lucha contra el ruido.

También en casa…

No son pocos los menores que están expuestos al ruido en su propia casa. La televisión suele ser una fuente de ruido que permanece encendida durante horas. Muchas viviendas, mal aisladas acústicamente, dejan pasar los ruidos generados por la actividad de los vecinos y de la propia calle (tráfico, locales de ocio…).
Pues bien, según indica la asociación CLAVE Atención a la deficiencia auditiva, aquellos niños que viven en hogares ruidosos suelen presentar un menor desarrollo cognitivo, del lenguaje y presentan peor comprensión lectora. También pueden sufrir déficits de atención y memoria, disminuye su motivación y pueden aparecer efectos negativos en su autoestima o generar ansiedad.

Es más, el ruido nos afecta ya antes de nacer. Un entorno ruidoso puede alterar la salud del feto e incluso del recién nacido, provocando pérdida auditiva o retraso en el crecimiento, si la madre ha estado expuesta a ruido crónico durante el embarazo.

Ruido en los colegios

Al igual que las viviendas también son muchos los colegios que están construidos en lugares expuestos a altos niveles de ruido. Son colegios que están cerca de vías de circulación con muchos carriles, industrias o incluso aeropuertos.
Pues bien, está demostrado que los niños que asisten a colegios en los que hay mucho ruido, no sólo aprenden a leer más tarde sino que presentan mayor agresividad, fatiga, agitación, y peleas frecuentes.
De hecho, el Centro Superior de Investigaciones Científicas, afirma que la contaminación acústica conlleva efectos negativos en las generaciones futuras, como deterioro del aprendizaje y del desarrollo humano.
Habría que trabajar en una doble dirección para luchar contra el ruido;

  • el que procede del exterior
  • el que se genera en el interior

Reducir el ruido del exterior del colegio es complicado aunque un doble acristalamiento suele minimizarlo. El ruido que se produce dentro se puede reducir adoptando medidas sencillas tal y como recomienda Oír es Clave, como “el uso de materiales que absorban el sonido o la colocación de apoyos de goma o fieltro para mitigar el ruido del mobiliario y los materiales escolares”.
La mejor manera de luchar contra el ruido es a través de la concienciación de la sociedad que, como en todo, empieza por los pequeños de la casa.