Cuando una persona tiene problemas auditivos, la relación con el medio que le rodea se vuelve complicada ya que se dejan de percibir los detalles que hacen posible y agradable la comunicación.

Quien más, quién menos, todos alguna vez hemos tenido taponado el oído debido a cambios de presión en los viajes o como consecuencia de algún constipado. ¿Verdad que la sensación no es agradable? No poder oír correctamente, como veníamos haciendo hasta el momento, puede resultar, sobre todo si la situación se prolonga, muy frustrante.

No hay nada como ponerse en la piel del otro para tratar de entender cómo se siente y qué se puede hacer para mejorar su situación.

En este sentido, cuando interactuamos con una persona que tiene problemas auditivos, tenemos que ser muy sensibles y seguir unas pautas para evitar que se sienta discriminada u ofendida. Antonio Espínola, en su manual “La ciudad accesible” hace una enumeración muy acertada de aspectos a tener en cuenta. Con su permiso, vamos a compartirlos en este artículo.

 

Empatía por encima de todo

Antes de empezar a hablar con una persona que no oye bien, debemos asegurarnos su atención. De nada servirá comenzar una conversación si está de espaldas a nosotros o realizando alguna actividad (leyendo, viendo la televisión…).

Es importante utilizar un lenguaje sencillo para que las palabras sean más fáciles de entender. Situarse delante de la persona con la que vamos a mantener la conversación puede ayudar ya que, además de leer nuestros labios, podrá hacerse una idea del tono de la conversación a través de nuestros gestos.

Si, aun así, sigue sin entendernos, hay que recordar que no es aconsejable chillar ya que el rostro se crispa y se puede dificultar aún más la comprensión. Hay que mantener la calma y tratar de hablar con un ritmo medio, vocalizando. En ocasiones es necesario repetir lo que hemos dicho, pero deberemos hacerlo utilizando sinónimos o reestructurando la frase hasta que se haya entendido el mensaje.

 

Pequeños detalles que ayudan

Es fundamental tener la boca limpia y libre antes de hablar con una persona con problemas auditivos. Aunque estemos acostumbrados a hablar mientras comemos, debemos ser conscientes de que, para alguien que necesita el apoyo de los gestos de la boca para comprender las palabras, cualquier otro movimiento, al margen de los necesarios para hablar, entorpece o imposibilita la comprensión.

Puede ayudar apoyarse en gestos sencillos, en demostraciones visuales y en la escritura. Por ello, es importante comunicarse en un lugar con luz o, al menos, manteniendo el rostro iluminado.

Si tenemos en cuenta todos estos detalles, contribuiremos a hacer más fácil la comprensión con nuestro interlocutor. No obstante, cada persona tiene un ritmo de aprendizaje distinto y hay que darle el margen que necesite para lograrlo. La paciencia es clave, para los dos interlocutores. ¡Ánimo!