El sentido del oído es fundamental para el aprendizaje y para la comunicación de los seres humanos. A pesar de la importancia de este sentido, no solemos prestarle mucha atención ni protegerlo de las amenazas externas. Una de estas amenazas, especialmente importante en nuestros días, es el ruido. Cuando el ruido es excesivo puede provocar molestias o incluso daños a las personas y al medio ambiente. Es lo que se conoce como contaminación acústica. Hoy, a unos días de que se celebre el Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido, te contamos cómo afecta el ruido a los oídos.

El Ruido y los Oídos

Los oídos están diseñados para captar las ondas que, en forma de vibraciones, se producen a nuestro alrededor y convertirlas en señales eléctricas que, a través del nervio auditivo, lleguen al cerebro para que las interprete. Así de simple y de complejo es el proceso de la audición.

La Organización Mundial de la Salud alerta del peligro que supone la exposición a un exceso de ruido. Recomienda no exponerse a valores por encima de los 65 decibelios durante el día y los 55 decibelios durante la noche. La exposición prolongada a ruidos por encima de 80 decibelios puede ocasionar pérdida de audición permanente. Eso sí, tan peligroso para la salud auditiva es la exposición a un ruido elevado, como una exposición a un ruido menos elevado pero de manera continuada.

El exceso de decibelios daña las células ciliadas, unas células receptoras neurosensoriales que se encargan de detectar el sonido y hacer que llegue al cerebro a través del nervio auditivo.

Las células ciliadas no se regeneran por lo que, si son dañadas por el ruido, la audición se ve afectada de manera directa y definitiva. La pérdida de audición inducida por ruido puede ser inmediata o producirse de manera paulatina después de un tiempo. Esta pérdida auditiva puede afectar a personas de cualquier edad.

Ruidos Dañinos para los Oídos

El ruido es invisible. Por eso, no nos damos cuenta de la cantidad de ruidos a los que estamos expuestos diariamente y que afectan a nuestra salud en general y a la salud auditiva en particular.

En el año 1996 se estableció el Día Internacional para la Concienciación sobre el Ruido con el fin de llamar la atención a organismos públicos y privados sobre los peligros que, para la salud, supone la exposición continua al ruido. Muchos países disponen de mapas de ruido para saber cuáles son las zonas más ruidosas y que, por lo tanto, generan un mayor riesgo para la salud de las personas y del medioambiente.

Conocerlo es el primer paso para tomar las medidas oportunas para reducir la emisión de ruido y para minimizar su impacto.

La fuente principal del ruido es el tráfico seguida por el ruido que producen los aviones, los trenes, la actividad industrial y las actividades derivadas del ocio. Por eso, los habitantes de las grandes ciudades son los que están expuestos a un mayor peligro para su salud auditiva.

No obstante, hay otros ruidos a los que nos exponemos a diario sin ser conscientes del daño que pueden producir; El ruido que produce un secador de pelo se sitúa en 80 decibelios, el claxon de un coche 110 decibelios, las taladradoras, los conciertos o las sirenas de ambulancias en torno a los 120 decibelios…

Ya hemos visto cómo afecta el ruido a los oídos, pero el ruido también provoca problemas de estrés, nerviosismo e irritabilidad. Las personas expuestas al ruido suelen tener problemas para conciliar el sueño y para descansar. Los últimos estudios demuestran que existe una relación directa entre la exposición constante al ruido y la hipertensión.

Prevenir es clave para mantener una buena salud auditiva. Para ello, pueden proteger sus oídos, utilizando tapones para los oídos y huyendo de lugares especialmente peligrosos. También es conveniente revisar la audición de manera periódica y siempre que se detecte algún problema para oír correctamente.