A pesar del dicho “las bicicletas son para el verano”, también en los días fríos de otoño e invierno, son muchos los ciclistas que salen a practicar su deporte favorito.

Los que se deciden a hacerlo en las ciudades, sorteando el tráfico cuando no existen los carriles bici, deben tener mucha precaución y los sentidos alerta. Especialmente la vista y el oído se tornan fundamentales para detectar y evitar potenciales peligros.

Por eso los oídos deben ir siempre libres. Los auriculares conectados a reproductores de música o teléfonos móviles, están prohibidos. Lo recoge el punto 2 del artículo 18 del Reglamento General de Circulación. Dejar de oír los sonidos que rodean al ciclista es muy peligroso.

El peligro del viento

El viento tampoco es un buen aliado para los ciclistas, a no ser que sople a su favor y les ayude a ir más deprisa…Las rachas de viento pueden desequilibrar a los ciclistas provocando caídas o accidentes más graves dependiendo de por dónde circulen.

Pero además, acabamos de conocer que el ruido del viento puede hacer que los ciclistas pierdan audición.

Según un estudio del Hospital Henry Ford en Detroit, el ruido del viento cuando se pedalea a unos 24 kilómetros por hora puede alcanzar los 85 decibelios, llegando a los 120 decibelios en velocidades de 97 kilómetros por hora.

Según la doctora Anna Wertz, otorrinolaringóloga del citado hospital,  “la exposición a corto plazo a los ruidos altos probablemente no tengan un efecto duradero en la audición, pero la exposición prolongada o repetida puede conducir a un daño permanente.

Proteger los oídos

Para proteger los oídos del ruido, sin utilizar tapones ni auriculares, es conveniente utilizar un pañuelo o bufanda que evite la entrada del aire en el conducto auditivo.

De esta manera evitaremos por un lado que el oído pueda sufrir, debido a la entrada del aire frío en el conducto auditivo y, por otra, lo protegeremos ante los altos niveles de decibelios.

Y si tienes alguna duda, pásate por cualquiera de nuestros centros de salud auditiva.