Tendemos a creer que la pérdida de audición es directamente proporcional a la edad de las personas.  Es cierto que la dificultad para oir bien es más frecuente entre las personas de avanzada edad. La degeneración de las células sensoriales, o presbiacusia, está directamente relacionada con el envejecimiento,  por lo que son las personas mayores las que, por su edad, van teniendo dificultadas para oir.

A pesar de esto, la pérdida de la audición se puede producir por muchos otros motivos. La Organización Mundial de la Salud clasifica las causas de pérdida de audición y sordera en dos tipos; las congénitas y las adquiridas.

Las causas congénitas determinan la pérdida de audición en el momento del nacimiento o poco después. La pérdida de audición puede obedecer a factores hereditarios y no hereditarios, o a complicaciones durante el embarazo y el parto. En este sentido, algunas infecciones durante el embarazo, como la rubeola materna o la sífilis, pueden conllevar problemas para la correcta audición del niño.

El bajo peso al nacer, la falta de oxígeno en el momento del parto o un uso inadecuado de medicamentos ototóxios (aminoglúcósidos, medicamentos citotóxicos, antipalúdicos y diuréticos), son otros factores que pueden resultar determinantes.

Pero también hay otros motivos por los que las personas pueden perder audición a cualquier edad. Son las llamadas causas adquiridas. La presbiacusia, a la que nos referimos al inicio del artículo, es una de ellas, pero hay otras.

Podemos destacar algunas enfermedades infecciosas como la meningitis, el sarampión o la parotiditis. La infección crónica del oído también puede causar pérdida de audición. De hecho, la otitis media crónica es la principal causa de pérdida de audición en los niños.

Los traumatismos craneoencefálicos o de los oídos son otras causas de sordera. La obstrucción del conducto auditivo por cerumen o cuerpos extraños puede causar pérdida de audición a cualquier edad. Afortunadamente este trastorno suele ser leve y se puede corregir fácilmente.

Otro de los motivos, que está resultando determinante en nuestros días, es la exposición al ruido excesivo; por ejemplo el de una maquinaria ruidosa o la música a volumen muy alto.