El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo que se manifiesta durante los tres primeros años de vida y se prolonga a lo largo de la misma.

Las personas autistas tienen deficiencias en la comunicación y en la interacción con otras personas, además de presentar patrones repetitivos de comportamiento.

Suelen tener hipersensibilidad auditiva. Esto significa que los ruidos fuertes les afectan más que a cualquier otra persona. Por este motivo los ruidos de petardos y cohetes, tan frecuentes en nuestra sociedad, pueden causarles un tremendo dolor.

En este sentido, estos días hemos conocido que los padres y madres de niños con trastorno de espectro autista de Argentina han hecho un llamamiento para que se limite el uso de estos artefactos explosivos durante las fiestas de Navidad. Y es que en los últimos años se ha popularizado la venta de petardos, bombetas y demás artefactos de uso casero con los que disfrutan grandes y pequeños.

El ruido que emiten estos artefactos es tan alto y tan rápido que el oído, por sí mismo, no tiene tiempo de protegerse. Por eso es aconsejable que cualquier persona y especialmente los niños, se mantenga alejada de la fuente de explosión y se proteja los oídos.

Una exposición al ruido sin protección puede provocar pérdida auditiva temporal o, en el peor de los casos, permanente.

Prueba Auditiva de Autismo

La revista Autism Research publicó hace unos meses los resultados de un estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores que identificaba una deficiencia en el oído de los niños autistas que puede afectar a su capacidad para reconocer el lenguaje.

Este resultado podría servir para identificar de manera precoz a los niños con trastorno autista realizando una sencilla prueba auditiva no invasiva que ayudaría a los médicos a actuar lo antes posible para obtener resultados óptimos.

La prueba mide las emisiones otoacústicas y es similar a la que, cada vez en más países, se realiza a los recién nacidos para comprobar si presenta problemas de audición.

Los investigadores evaluaron la audición de niños con edades entre los 6 y 17 años, la mitad de los cuales, aproximadamente, habían sido diagnosticados con TEA, y encontraron que los niños con TEA tenían dificultad para oír en una frecuencia específica (1-2 kHz) que es importante para el procesamiento del habla. También observaron una correlación entre el grado de deterioro coclear y la gravedad de los síntomas de TEA.

Mientras que muchos signos de TEA están presentes antes de los dos años, la mayoría de los niños con TEA no son diagnosticados hasta después de los cuatro años, lo que significa que las terapias se inician más tarde, retrasando su potencial impacto.