El oído interno es muy delicado. Es la zona del cuerpo que recibe la información del sonido que nos rodea, en forma de ondas vibratorias, y se encarga de transformarla en estímulos eléctricos que envía al cerebro donde se decodifican e interpretan. Gracias a esta actividad, las personas podemos oír.

A pesar de ser una zona tan sensible, está abierta al exterior de manera constante. Los oídos no se pueden cerrar por sí solos. Para protegerlo de bacterias y de otras agresiones que  pueden acceder por esa abertura, en el oído externo (la parte del oído que se ve desde el exterior) existen unas glándulas llamadas glándulas sudoríporas. Estas glándulas son las encargadas de producir una sustancia que tiene propiedades antibacterianas y que posee un PH ácido normal que hace que el interior del oído sea un sitio poco acogedor para agentes patógenos.

El cerumen

Esta sustancia que produce el oído se llama cerumen. La cera varía de unas personas a otras. Incluso en una misma persona, la cera puede ser de distinto color o textura, en distintos momentos.

Dependiendo de factores genéticos, hay personas que producen más cera que otras. También se puede producir más cerumen al movernos en entornos con polvo o si se introduce un objeto en el conducto auditivo considerado por el organismo como una agresión.

El uso de auriculares o audífonos puede provocar una mayor producción de cerumen.

Normalmente no hay que hacer nada para sacar la cera del oído.  Sale por sí sola y, al hacerlo, arrastra restos de pelo, polvo y otras pequeñas sustancias del interior oído.

Nunca hay que introducir bastoncillos de algodón, palillos ni otros objetos alargados para extraer la cera del oído. Es muy peligroso ya que se empuja la cera hacia el interior del oído pudiendo provocar daños en el tímpano.

Los tapones de cera

En ocasiones se forman tapones de cera. Puede deberse a varios motivos. Algunas personas tienen más estrecho el conducto auditivo facilitando que la cera se acumule. En otras ocasiones la entrada de pequeños objetos (algodón, arena…) puede provocar una sobreproducción de cera que termine provocando un tapón.

La utilización de bastoncillos también puede provocar que se acumule la cera y el uso continuo del bastoncillo impida que salga.

Cuando, como consecuencia del tapón de cera, se produce dolor en el oído, pérdida de audición, mareo o vértigos, se hace precisa la extracción del mismo. También es recomendable cuando se trata de niños o de personas que han sufrido perforación del tímpano.

Existen remedios caseros a base de agua con sal, manzanilla o agua destilada que pueden servir para reblandecer el tapón y facilitar que salga por sí solo.

Pero si el problema persiste, la mejor solución pasa por acudir al médico para que sea él quien, con el instrumental adecuado, pueda proceder a la extracción del tapón de cerumen.

Normalmente, la extracción del tapón de cera no supone problemas de audición. A pesar de ello, las revisiones periódicas de los oídos son importantes a cualquier edad para conservar la salud auditiva.