La disgenesia es una alteración en la forma del oído que hace que la persona presente un oído anatómicamente anormal. Habitualmente, el oído externo no existe o es muy pequeño. Tampoco suele haber conducto auditivo. Por este motivo, además de los problemas estéticos que genera, la disgenesia también tiene consecuencias funcionales. Las personas con esta alteración padecen hipoacusia.

Un grupo de médicos argentinos acaba de apuntar una posible causa de la disgenesia. Según sus estudios, esta patología se puede deber a la falta de oxígeno que existe en las poblaciones que se encuentran a más de 2.800 metros sobre el nivel del mar. Precisamente es en estos lugares en los que la prevalencia de casos de disgenesia es muy superior al de la media del país. Y no sólo del país, de hecho, se trata, según apuntan los investigadores, del lugar con más frecuencia de disgenesias auditivas del mundo.

El estudio revela que los casos de disgenesia en recién nacidos en la zona norte del país, fronteriza con Bolivia, son de 1 niño afectado de cada 500. En otras partes del país esta relación es de 1 niño por cada 10.000 nacimientos.

Detección precoz

Como en cualquier otro caso de hipoacusia, la detección precoz de la misma en los recién nacidos, es fundamental para poder prestar el mejor tratamiento posible.

Detectar cuanto antes un problema auditivo es fundamental para lograr la mejor solución. Especialmente en niños.

Los factores más importantes para minimizar las consecuencias de la pérdida de audición en el desarrollo y el rendimiento escolar del niño, radican precisamente en detectar los problemas auditivos lo antes posible para poder actuar en consecuencia.

La detección temprana es básica para mejorar los resultados lingüísticos del niño así como su rendimiento escolar. La detección de las enfermedades del oído y la pérdida de audición en los ámbitos preescolar y escolar es eficaz para tratar la pérdida de audición en una etapa temprana.