La exposición a altos niveles de ruido puede derivar en una pérdida temporal de la audición. A esta pérdida se la conoce como fatiga auditiva.

La fatiga auditiva no es permanente y la audición normal se suele recuperar entre las 2 y las 16 horas después de la exposición al ruido. No obstante, si se persiste en la exposición al ruido, la fatiga auditiva puede derivar en un daño auditivo irreparable.

Recordemos que 85 decibelios, durante un máximo de 8 horas es el nivel máximo de exposición sin riesgos para la audición según la Organización Mundial de la Salud. El espacio de tiempo máximo admisible disminuye a medida que aumenta la intensidad del sonido. Por tanto, un ruido que alcance los 100 dB —el nivel producido por un tren subterráneo— únicamente se puede escuchar sin riesgo durante 15 minutos al día.

Uno de los primeros signos de que experimentamos una fatiga auditiva es una disminución transitoria de la audición, problemas para discriminar determinados sonidos e incluso pitidos en los oídos (acúfenos).

Trauma acústico

La sensación de ensordecimiento se puede comprobar realizando una audiometría y viendo que el umbral ha pasado de valores de 0-10dB a 20-30dB.

Si las causas de la fatiga auditiva no cesan, se puede terminar desencadenando un trauma acústico. Éste suele estar producido por el ruido intenso y de corta duración (una explosión o un disparo), pero también se desarrolla por ruidos fuertes y prolongados como el del tráfico en las ciudades o el que se produce en determinados entornos laborales.

Los ruidos intensos pueden dañar las células del oído interno y el nervio acústico.

Pruebas de diagnóstico

Existen numerosos test o pruebas diseñadas para diagnosticar lesiones en el nervio auditivo, uno de ellos es el test del decaimiento tonal.

El test consiste en realizar una audiometría con intensidades de 5-10dB por encima del umbral y frecuencias intermedias de 1000-2000Hz. Se inicia la prueba emitiendo a 1000Hz una intensidad de 5dB por encima del umbral de manera continua hasta que la persona deje de percibir la sensación sonora. Se repite el mismo procedimiento aumentando a pulsos de 5dB hasta lograr que lo escuche durante 60 segundos.

En ese momento el profesional puede valorar si la subida es superior a 25dB por encima de su umbral. De ser así, hablaríamos de Hipoacusia Retrococlear. En caso de ser menor a 25dB, indicaría Hipoacusia Transmisiva o Coclear.

Para evitar potenciales daños al oído, una buena alternativa es la utilización de protectores auditivos que permiten reducir la intensidad de los ruidos externos, sin aislarnos.

Ante cualquier cambio en la audición, es importante consultar a un especialista. De esta manera se pueden detectar y poner solución a los problemas, antes de que sea tarde.

Puedes consultar cualquier duda en alguno de nuestros centros de salud auditiva, atendidos por profesionales dispuestos a ayudarte. Localiza tu centro.