Habitualmente, cuando hablamos de los riesgos para la salud derivados de la exposición a un ruido excesivo, nos referimos a la pérdida de audición. Desarrollar Tinnitus (oír sonidos que no tienen una fuente externa que los produzca) es otra de las consecuencias de someter a nuestros oídos a sonidos extremos en algún momento o a sonidos elevados de manera habitual.

Pero al margen de estos dos riesgos, que ya de por sí son serios y deberían hacernos reflexionar sobre el cuidado y protección de nuestros oídos, el volumen excesivo puede afectarnos de otras maneras.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Pensilvania, si exponemos a nuestro cuerpo a demasiado ruido durante demasiado tiempo, éste interpreta que algo no funciona bien. Y no pensemos solamente en el ruido provocado por elementos como los martillos hidráulicos. La suma de otros sonidos menos estridentes como los ruidos generados por los bares, discotecas, o el sonido del tráfico, también funcionan como resorte para nuestro cuerpo.

 

Nuestro cuerpo se estresa

Las alarmas se encienden y el cuerpo se pone en alerta. Reacciona produciendo un gran número de hormonas de estrés. El problema es que este tipo de hormonas asociadas al ruido elevado, y entre las que destaca la adrenalina, incrementan el ritmo cardiaco y desarrollan glucosa en el torrente sanguíneo para favorecer la lucha contra las amenazas detectadas.

Otra de las hormonas del estrés se vuelve caótica si el ruido al que el cuerpo es sometido, se produce durante la noche. El motivo es que el ser humano necesita descansar y las horas nocturnas son el momento indicado para ello. Por eso, si se le somete a ruidos por la noche, el cuerpo reacciona como si estuviera sufriendo algún tipo de ataque.

 

El ruido hace subir la tensión arterial

Algunos estudios han concluido que existe un nexo entre la exposición constante al ruido y la hipertensión o una alta presión anormal de la sangre. De hecho, según un estudio del año 2007, llamado “La contaminación del ruido: una plaga moderna”, si una persona está expuesta a demasiado ruido medioambiental por la noche, el corazón se acelera, el ritmo de la respiración cambia y el riesgo de sufrir una arritmia se incrementa.

Es cierto que nuestro cuerpo se puede adaptar a los ruidos si estos son breves o espaciados, pero si los ruidos son continuos, el corazón no recobra la calma y eso puede derivar a la larga en una debilidad cardiaca que incremente el riesgo de sufrir algún ataque cardiaco.

La recomendación  que hacemos desde Audiocentro es que huyas de los ruidos, tanto de día como de noche y, si debido al entorno en el que trabajas o al lugar en el que vives, no es posible, prueba a utilizar tapones para los oídos. Tu cuerpo te lo agradecerá.