Los períodos de vacaciones escolares son aprovechados por muchas familias para ir al cine. De hecho, las productoras cinematográficas reservan para estos momentos los estrenos de un buen número de películas dirigidas al público infantil y juvenil.

Sólo hay que asomarse a las carteleras estos días para ver películas como Vaiana, Canta, Trolls, Animales fantásticos y dónde encontrarlos…

Los cines actuales, mucho más cómodos que los de hace años, han adaptado sus salas para que la experiencia sea global para el espectador; butacas confortables, desnivel pronunciado entre filas, aislamiento ante los ruidos externos y un sonido envolvente…

Demasiado volumen

El sonido en el cine es fundamental para tener una buena experiencia en el cine. Por eso se cuida al detalle la morfología de la sala tratando de evitar ecos, reverberaciones o ruidos ajenos a la película. La moderna tecnología con que cuentan las salas actuales favorece que se puedan proyectar películas al volumen recomendado por los productores de las películas o las empresas suministradoras. Un volumen que, sin embargo, puede ser demasiado alto.

El artículo de Cinemanía, Cuando el cine te deja sordo, aseguraba en 2014 que “algunos técnicos de salas forzaban al máximo sus equipos de amplificación por una razón discutible, pero comprensible: cuanto más nivel de sonido, mayor impacto en el espectador”.

Según la Organización Mundial de la Salud los ruidos de la vida cotidiana oscilan entre los 35 y los 85 decibelios. A partir de los 85 la población manifiesta alteraciones. El límite de sonido tolerable se ha fijado en 65 decibelios. En las salas de cine, algunas películas superan ese volumen.

Los oídos de los niños, los espectadores más jóvenes, son muy sensibles y no son pocos los que, cuando empieza la proyección (y se pasa del silencio a un pico de sonido) se tapan los oídos.

Cuando el sonido provoca sensaciones desagradables en quien lo escucha, pasa a ser considerado ruido.  En los niños, según un estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional de Salud Pública de Dinamarca, el ruido produce estrés y afecta negativamente a su nivel de concentración, además de entorpecer el aprendizaje.

Limitar los decibelios

Desde 1996 la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lleva alertando sobre el peligro que supone para la salud auditiva de la población, someterse a un volumen elevado de sonido durante el tiempo en el que dura una película. En un informe del año 2001, fruto de un estudio llevado a cabo en varias salas de cine, se indicaba que convendría bajar el volumen de las películas situándolo en torno a 75 decibelios, y evitando que los picos no superaran los 90.

Pero no sólo se trata de una cuestión que afecta a las salas de nuestro país. Las autoridades de Conneticut (EE.UU.) estudiaron hace un par de años limitar por ley el volumen de las salas de cine del estado. El límite sería 85 decibelios, que es el máximo recomendado para minimizar los daños en trabajadores que pasen ocho horas con ese nivel de ruido.

El debate público tenía lugar después de salir a la luz un reportaje en profundidad de un canal de televisión estadounidense que midió los decibelios en los cines de Texas y comprobó cómo algunas salas llegaban a los 95 e incluso los 100 decibelios (el mismo que hace una taladradora) en películas como Frozen o El último superviviente.

Otros estudios señalan que películas como las de la saga Transformers mantienen un volumen superior a los 120 decibelios durante gran parte de su metraje e incluso llega a los 130 (equivalente al que hace un avión al despegar).

No dejes de ir al cine, pero cuida tu salud auditiva y acude al especialista si notas algún cambio en tu audición.