En Francia se acaba de autorizar hace unos días el uso de silenciadores para la práctica de la caza.

Los beneficios son evidentes para los cazadores. Especialmente para proteger su salud auditiva.

Durante la práctica de la actividad cinegética se llegan a alcanzar los 150 decibelios cuando el límite aconsejable para evitar daños en los oídos es de 85 decibelios. Según la Organización Mundial de la Salud, el impacto del ruido de un disparo sobre el oído puede acarrear pérdida de audición.

Este colectivo, considerado de riesgo, tiene cuatro veces más probabilidades de sufrir problemas de audición. A pesar de estos datos son pocos los cazadores que utilizan algún tipo de protección durante su actividad.

Protectores auditivos

En un artículo que publicamos en este mismo blog hace unos años (La caza; un deporte de riesgo para los oídos), explicábamos las razones por las que los cazadores no utilizan protección auditiva.

Según una encuesta realizada por la empresa 3MPeltor a una muestra significativa de cazadores, los argumentos esgrimidos por estos para evitar el uso de protectores auditivos eran la incomodidad que sentían con ellos a la hora de apuntar, el calor que les provocaban y la sensación incómoda de ofrecer esa imagen a los compañeros de tiro.

Detonaciones impulsivas

La exposición al ruido de corta duración y gran intensidad como las explosiones o los disparos de armas de fuego, puede producir como manifestación aguda una pérdida repentina de la audición o un trauma acústico.

El ruido de los disparos es de tipo impulsivo, lo que significa que su duración es extremadamente corta. El oído está provisto en forma natural de un mecanismo protector que reduce la transmisión de los sonidos más intensos hacia las delicadas células del oído interno, pero actúa después de unos diez centésimas de segundo, por lo cual es ineficaz frente al ruido de las armas.

Exponerse a un ruido impulsivo de manera continuada puede afectar a las células ciliadas hasta el punto de perder audición.

Una vez que las células ciliadas se han dañado y se ha perdido audición, es imposible recuperarla.

Utilizar protectores auditivos es la única manera de proteger los oídos de este tipo de ruido. Y es que, a día de hoy, la legislación española aún no permite el uso de silenciadores para la práctica de la caza.