Audífonos y amplificadores de sonido no son productos similares y no sirven para lo mismo, aunque en ocasiones puedan hacernos creer lo contrario. Hace unos días hemos sabido que el supermercado Lidl ha sido obligado a dejar de vender unos amplificadores de sonido que vendía como audífonos. Esta práctica, ofrecer un producto como si fuera otro, es conocida como publicidad engañosa y así lo denunció la asociación de consumidores Facua, a la Agencia catalana del consumo.

Usar amplificadores de sonido como si se tratara de audífonos, conlleva su riesgo ya que puede afectar a la salud auditiva del usuario. Así lo entendió la Agencia, que solicitó la retirada del producto.

Un audífono es un producto sanitario que amplifica y procesa los sonidos y está destinado a compensar deficiencias auditivas.

Al ser un producto sanitario, el audífono está obligado a cumplir unas determinadas normativas. Precisa, para su uso, una prescripción o indicación de uso realizada por un médico especialista en otorrinolaringología o por un audioprotesista.

La venta de audífonos sólo debe realizarse en establecimientos de audioprótesis autorizados por las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas. Además, los audífonos necesitan una adaptación personalizada.

Sin embargo, un amplificador de sonido es un dispositivo electrónico que, como su nombre indica, sólo amplifica el sonido ambiental. Está destinado a personas con audición normal y se usa para captar sonidos difíciles de percibir (en actividades de caza u observación de aves).

Al no ser un producto sanitario, no está sujeto a las normas de seguridad y por ello se puede vender y adquirir sin problema. No se adapta a las necesidades individuales, ni necesita ser adaptado antes de su utilización.

Por todo ello, los amplificadores de sonido son muy económicos en  comparación con los audífonos.

Peligro para los oídos

Utilizar amplificadores de sonido de manera habitual conlleva un riesgo para la salud auditiva de la persona que los usa. Someter a los oídos a un volumen elevado de manera indiscriminada puede provocar pérdida de audición. Y recordemos que la pérdida de la capacidad auditiva es definitiva por lo que, como se suele decir, muchas veces “lo barato sale muy caro”.